top of page
Foto del escritorEmilio Lara

El miedo como fuente de destrucción

El miedo como fuente de destrucción.

Quizás desde la concepción hasta tiempo después de la muerte, estamos en un espasmo y tensión anímica que nos impide ser todo lo naturales y espontáneos que nuestra condición de seres humanos nos permite.

La temeridad es un defecto cuando estamos ante una situación que si traspasamos la línea de lo prudente nos lleva a producirnos un daño indeseado. También el exceso de refrenamiento nos mantiene quietos y sin el movimiento más básico, con lo cual nos acostumbramos a una rutina segura y miserable. Las justificaciones para no lanzarse al ruedo de lo arriesgado son muchas, y crecen cada día.

Hay tantos motivos para estarse quietos como granos de arena de la playa. Peor es actuar por la moda dominante en un sucedáneo de comportamiento auténtico copiando los mandatos y las percepciones de los otros con la fantasía de estar haciendo algo.

Cuando el miedo se convierte en una fuente de parálisis, de ausencia de iniciativa individual y comunitaria, estamos ante el principio de la destrucción del valor creativo de nuestras vidas, y ya solo respiramos, no para la vivencia y el disfrute, sino para la supervivencia y lo anodino.

La realidad que percibimos con nuestros sentidos tiene muchas formas de ser interpretada y así debe ser, y nadie lo puede hacer en estado de madurez de una forma totalmente similar a otro.

A partir de aquí, aparece el dialogo de los distintos puntos de vista auténticos, jamás de la imposición de criterios en ningún asunto de importancia, y en los que no son vitales aún menos.

Es posible una convivencia cargada de encuentro y de comprensión, cuando estamos abiertos y tolerantes con los otros, y lo que buscamos es enseñar a los demás lo mejor de nosotros mismos en el arte de saber vivir y convivir, siendo una buena compañía para todos, y haciendo de todos una fuente de enriquecimiento.

Nada de esto tiene que ver con teorías utópicas ni buenistas.

Es una actitud asequible de poner en práctica desde el momento que dejamos de competir, y de envidiar a los otros, y nos ponemos en la disposición de cooperar, y creer en ellos.

La salud procede de un estado de distensión y de dinamismo equilibrado, donde el deseo y el querer hacer el bien está lo suficientemente elaborado, como para que este ocurra cuando nos rozamos con los demás.

El creer en la profusión de los sedantes inhibidores del dolor de elaboración química, es un grave error.

Lo mismo puedo extender al alcohol.

Calman ilusoriamente nuestra distancia y recelo de los otros de forma momentánea, para no solo no corregir lo erróneo de nuestras actitudes, sino peor aún, viciarlas y repetirlas en una batalla sin cuartel que no solo nos perjudica a nosotros sino que además hace daño a los demás por el pésimo ejemplo y la incomodidad que nuestras acciones egoístas y saqueadoras suponen.

Es tiempo de reconocernos en toda la dimensión de nuestra cobardía, porque con las mismas que nos demos cuenta del poco valor que acumulamos para los asuntos cotidianos como los mas trascendentes, empezamos a ser un poco menos pusilánimes, indolentes, y acomodaticios del todo vale con tal de no meterme jamás en un ilusorio lio, que no es mas que la contingencia de existir de forma digna.

La destrucción de los valores morales que propician la salud y el amor para todos, está antes que nada cargada del pesimismo de creer que no se puede hacer mas que ver, oír y callar como los monos del cuento. Lo mismo si nos descuidamos incluso es solo callar sin usar los dos sentidos dominantes, en un permanente no saber que está pasando con lo que de verdad es sagrado mantenerlo intacto en nuestra común existencia. Asuntos como la educación de nuestros hijos, nuestra profesión, nuestra manera de aprender, que hacer cuando nos juntamos más de dos, a que hora acostarnos para dormir, que medicina queremos para tratarnos, como queremos arreglar nuestros conflictos y diferencias, que asfaltado poner en la calle en la que vivimos cuando el ayuntamiento la quiere peatonizar, que libros leer, si s mejor esto que la permanente pantalla, y así hasta el infinito, requieren de nosotros una dedicación consciente y despierta que hay que entrenar todos los días, todos los instantes.

La elección es bien sencilla, se convive con el miedo y se mueve uno dentro de el curtiéndose en mil situaciones cotidianas, para madurar y ser cada vez mas fuertes, en lugar de escondernos, y esconderlo, y así seguro que en lugar de presenciar impávidos la destrucción ignorante y dañina permanente, seguro que disfrutamos de bastante más de fertilidad, creación y belleza que tanta falta nos hace a todos, y con la que todos esta vez, si seguro estamos totalmente de acuerdo.


12 de febrero. Dr. Angel Lara emocionado con la reaparición de mi página, después de un tiempo de sequía en esta aparente, temprana, adelantada primavera.

Photo by Clive Kim from Pexels

70 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


Los comentarios se han desactivado.
bottom of page